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5/9/16

Entrevistamos a Manuela Fernández Vivian, la niña-mujer de “El Nombre de la Luna”

Manuela Fernández Vivian:
“La tele es un ambiente que nunca me atrapó”




Por Roberto Famá Hernández
Miembro de la Asoc. Arg. de Invest. y Crítica Teatral

Manuela Fernández Vivian viene trabajando con continuidad en el teatro off y en algunos papeles para el cine. No hace mucho tiempo atrás obtuvo su licenciatura en actuación en la UNA (Universidad Nacional de Arte) y ya se ha destacado en más de una propuesta teatral, tales como “Perro que fuma” donde interpretó a un niño de 11 años (o niña que creía ser un niño) que, sentado del lado exterior de la ventana, contaba la realidad de una disparatada  familia disfuncional. Del mismo modo Manuela dio vida a la particular  Blancanieves  de “Y como no se pudrió... Blancanieves”  de la española Angélica Liddell que pone al personaje de los hermanos Grimm  a vivir los horrores de la guerra, las violaciones y el hambre.  También Manuela subió a escena con “Freshwater” de Virgina Woolf, con dirección de María Emilia Franchignoni, la misma directora y autora de “El Nombre de la Luna” obra que Manuela presenta actualmente en el escenario del “Teatro del Abasto” donde interpreta a una niña preadolescente que, encerrada en su cuarto, decide filmar un video casero para dar cuenta de su mundo, de sus fantasías, angustias  y desencantos.
Para conocer un poco más a Manuela, la entrevistamos luego de terminada una función de “El Nombre de la Luna”  y esto es lo que nos dijo:

Antes fue en Y como no se pudrió... Blancanieves”  y en “Perro que fuma”, y ahora en “El nombre de la luna” donde te sumergís en el mundo de la niñez o la adolescencia y te pregunto, desde el punto de vista del contraste dramático, ¿qué aparece en ese mundo, que te convoca a llevarlo a escena?

Creo que es el gran momento de la vida donde se generan un montón de cosas que después uno tiene que destrabar en su adultez; todo esto de los mandatos, el “deber ser”, la familia y con todo aquello que después de los ventipico uno va armando su propia identidad. Me atrae ese mundo y “El nombre de la luna” es creo la más representativa para mí, porque es una adolescente o preadolescente, como podría haber sido yo y me parece que está bueno eso, porque es como que también me pasa más por el cuerpo. Con “Perro que fuma” era más composición de personajes, lo mismo con “Y como no se pudrió... Blancanieves”  era una niña en la guerra y era mucho más lejano.

Pareciera ser que “El nombre de la luna” es un texto complejo, un monólogo interior que requiere mucho más de tu expresividad, ¿no?

Es complejo por esto de no mirar a público y manejar el recorrido de la cámara, esto de no exponer, que es algo muy de ella, pero lo más difícil es no ir al estereotipo, pasarlo por la propia vida y no ir al cliché de la adolescente con problemas, porque en realidad todas las mujeres a esa edad tenemos algún rollo.

Aquí te servís del recurso de multimedia, que de alguna manera remarca por momentos hasta tu gesto más pequeño ¿eso estaba desde el principio o es más bien una decisión de puesta? 

No,  es más bien de la puesta. Al principio iba a estar en una partecita chiquitita y después se expandió y el personaje filma toda su experiencia.

¿Y el texto fue inamovible o fuiste modificando algunas cosas, que fueron redondeándose con los ensayos?

No,  fue casi inamovible, se modificaron muy, pero muy pocas cosas. A mí me llegaron algunos manuales de los años 60, de “Cómo ser una adolescente modelo” Yo se los presenté a Emilia, que ya me había dirigido en “Freshwater” y le pregunté si no le gustaría dirigir algo así, con esos mandatos, y Emilia me dijo que sí, que le diera 3 meses para escribirlo y ahí empezamos.

¿Sos una actriz feminista?

Sí, lo soy.

¿Y cómo despierta el feminismo en vos? ¿Con “Freshwater” de Virgina Woolf?

Y un poco me empecé a rodear de gente, de periodistas y amigas que sabían más de la historia del feminismo, de reivindicar los derechos de la mujer, del empoderamiento de la mujer, y bueno, me empezó a interesar, estudié mucho, pero tampoco es que hago obras con esa bandera, pero sí intento que todo lo que hago tenga una coherencia en ese sentido, que no sea la típica obra del hombre machista  ni tampoco que la mujer es mejor que el hombre, que veamos que hay una igualdad, que los hombres y las mujeres tienen los mismo derechos y el sentido de igualdad es lo que más me atrae.

Vos tenés ya una amplia experiencia en teatro, también trabajaste en cine, pero nunca supe de algo tuyo en televisión, ¿por qué?

No, nunca, y es que siempre me volqué mucho al teatro, luego me empezó a interesar más el cine, pero la tele es como un ambiente que nunca me atrapó por nada en particular. También es como “otro mundo” donde “el tiempo es dinero” en cambio en teatro y en cine hay otros tiempos, otros procesos, uno puede laburar al personaje y está lo artesanal que es el modo en que me gusta trabajar.

Y ¿Cómo viene tu etapa docente?

Muy bien, estoy dando un montón de clases, doy en la Universidad Nacional de Artes en Extensión Universitaria para adultos y también tengo una escuela de teatro que se llama “Teatro Ichinen”. En Ichinen son 3 años para adultos, para mayores de 40. La propuesta es un primer año de entrenamiento, un segundo año de texto y un tercer año de montaje, y nació un poco con la misión que teníamos con Lucía, socia mía en la escuela, que es intentar llegar a esa gente que no integra la 3ª edad como jubilados, ni son jóvenes de 18 que quieren ser actores; son esa gente que le interesa el teatro y que por algo los atrapa y nos dijimos, ¿qué pasa con toda esa gente que tiene ganas de hacer, pero no encuentra un lugar de pertenencia? Y ahí nació Ichinen, y nos salieron buenos actores, que van a casting y te juro que son increíbles.

Sin dudas Manuela Fernández Vivian es una actriz con mucho para dar sobre un escenario, y habrá que estar muy atento a sus futuros trabajos si quiere verse buen teatro.


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