Manuela Fernández Vivian:
“La tele es un ambiente que nunca me atrapó”
Por
Roberto Famá Hernández
Miembro
de la Asoc. Arg. de Invest. y Crítica Teatral
Manuela Fernández Vivian
viene trabajando con continuidad en el teatro off y en algunos papeles para el
cine. No hace mucho tiempo atrás obtuvo su licenciatura en actuación en la UNA
(Universidad Nacional de Arte) y ya se ha destacado en más de una propuesta
teatral, tales como “Perro
que fuma” donde interpretó a un niño de 11 años (o niña que creía
ser un niño) que, sentado del lado exterior de la ventana, contaba la realidad
de una disparatada familia disfuncional.
Del mismo modo Manuela dio vida a la particular
Blancanieves de “Y como no se pudrió...
Blancanieves” de la
española Angélica Liddell que pone al personaje de los hermanos Grimm a vivir los horrores de la guerra, las
violaciones y el hambre. También Manuela
subió a escena con “Freshwater”
de
Virgina Woolf, con dirección de María Emilia Franchignoni, la misma directora y
autora de “El Nombre de la
Luna” obra que Manuela presenta actualmente en el escenario del
“Teatro del Abasto” donde interpreta a una niña preadolescente que, encerrada
en su cuarto, decide filmar un video casero para dar cuenta de su mundo, de sus
fantasías, angustias y desencantos.
Para conocer un poco más a
Manuela, la entrevistamos luego de terminada una función de “El Nombre de la Luna” y esto es lo que nos dijo:
Antes fue en “Y como no se pudrió... Blancanieves” y en “Perro que fuma”, y ahora
en “El nombre de la luna” donde
te sumergís en el mundo de la niñez o la adolescencia y te pregunto, desde el
punto de vista del contraste dramático, ¿qué aparece en ese mundo, que te
convoca a llevarlo a escena?
Creo que es el gran momento de la vida
donde se generan un montón de cosas que después uno tiene que destrabar en su
adultez; todo esto de los mandatos, el “deber ser”, la familia y con todo
aquello que después de los ventipico uno va armando su propia identidad. Me
atrae ese mundo y “El
nombre de la luna” es
creo la más representativa para mí, porque es una adolescente o preadolescente,
como podría haber sido yo y me parece que está bueno eso, porque es como que
también me pasa más por el cuerpo. Con “Perro
que fuma” era
más composición de personajes, lo mismo con “Y
como no se pudrió... Blancanieves”
era una niña en la guerra y era mucho
más lejano.
Pareciera ser que “El nombre de la luna” es
un texto complejo,
un monólogo interior que requiere mucho más de tu expresividad, ¿no?
Es complejo por esto de no mirar a
público y manejar el recorrido de la cámara, esto de no exponer, que es algo
muy de ella, pero lo más difícil es no ir al estereotipo, pasarlo por la propia
vida y no ir al cliché de la adolescente con problemas, porque en realidad
todas las mujeres a esa edad tenemos algún rollo.
Aquí te servís del recurso
de multimedia, que de alguna manera remarca por momentos hasta tu gesto más
pequeño ¿eso estaba desde el principio o es más bien una decisión de
puesta?
No, es más bien de la puesta. Al principio iba a
estar en una partecita chiquitita y después se expandió y el personaje filma
toda su experiencia.
¿Y el texto fue inamovible o
fuiste modificando algunas cosas, que fueron redondeándose con los ensayos?
No,
fue casi inamovible, se modificaron muy, pero muy pocas cosas. A mí me
llegaron algunos manuales de los años 60, de “Cómo ser una adolescente modelo”
Yo se los presenté a Emilia, que ya me había dirigido en “Freshwater” y le pregunté si no le gustaría dirigir
algo así, con esos mandatos, y Emilia me dijo que sí, que le diera 3 meses para
escribirlo y ahí empezamos.
¿Sos una actriz feminista?
Sí, lo soy.
¿Y cómo despierta el
feminismo en vos? ¿Con “Freshwater” de
Virgina Woolf?
Y un poco me empecé a rodear de gente,
de periodistas y amigas que sabían más de la historia del feminismo, de
reivindicar los derechos de la mujer, del empoderamiento de la mujer, y bueno,
me empezó a interesar, estudié mucho, pero tampoco es que hago obras con esa
bandera, pero sí intento que todo lo que hago tenga una coherencia en ese
sentido, que no sea la típica obra del hombre machista ni tampoco que la mujer es mejor que el
hombre, que veamos que hay una igualdad, que los hombres y las mujeres tienen
los mismo derechos y el sentido de igualdad es lo que más me atrae.
Vos
tenés ya una amplia experiencia en teatro, también trabajaste en cine, pero
nunca supe de algo tuyo en televisión, ¿por qué?
No, nunca, y es que siempre me volqué
mucho al teatro, luego me empezó a interesar más el cine, pero la tele es como
un ambiente que nunca me atrapó por nada en particular. También es como “otro
mundo” donde “el tiempo es dinero” en cambio en teatro y en cine hay otros
tiempos, otros procesos, uno puede laburar al personaje y está lo artesanal que
es el modo en que me gusta trabajar.
Y ¿Cómo viene tu etapa
docente?
Muy bien, estoy dando un montón de
clases, doy en la Universidad Nacional de Artes en Extensión Universitaria para
adultos y también tengo una escuela de teatro que se llama “Teatro Ichinen”. En
Ichinen son 3 años para adultos, para mayores de 40. La propuesta es un primer
año de entrenamiento, un segundo año de texto y un tercer año de montaje, y
nació un poco con la misión que teníamos con Lucía, socia mía en la escuela,
que es intentar llegar a esa gente que no integra la 3ª edad como jubilados, ni
son jóvenes de 18 que quieren ser actores; son esa gente que le interesa el
teatro y que por algo los atrapa y nos dijimos, ¿qué pasa con toda esa gente
que tiene ganas de hacer, pero no encuentra un lugar de pertenencia? Y ahí
nació Ichinen, y nos salieron buenos actores, que van a casting y te juro que
son increíbles.
Sin dudas Manuela Fernández
Vivian es una actriz con mucho para dar sobre un escenario, y habrá que estar
muy atento a sus futuros trabajos si quiere verse buen teatro.
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