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9/9/16

Entrevistamos a Alfredo Martín y nos cuenta todos los secretos de su puesta de “La Tempestad”


“La Tempestad”  
de W. Shakespeare
Dirección Alfredo Martín





Por Roberto Famá Hernández
Miembro de la Asoc. Arg. de Invest. y Crítica Teatral


“La Tempestad”  tragicomedia romántica de Shakespeare,  es una de las obras del teatro clásico que más  disfruto al verla. Quizás sea porque construye su trama sobre un balanceado juego de opuestos: venganza-perdón, magia-razón, civilización-naturaleza, amor-odio, y esto obliga a los actores y directores que se animan al desafío a un cambio rítmico de la escena, a pasar de la comedia a la tragedia, en un ir y volver por diferentes emociones. 
Quizás sea también porque la acción no sucede en ningún lugar muy específico, es en cualquier isla inhóspita en medio de algún mar y deja así que la imaginación vuele hacia donde quiera el espectador. 
Una isla, entonces, muy lejos de la llamada civilización, pero no tanto como para que no la alcancen los afanes humanos. Y en esa isla virginal, está la pureza de la joven y bella Miranda y será su amor el fin de la tempestad. Y está Ariel, un personaje etéreo al servicio de Próspero, que es padre de Miranda y duque de Milan, pero que vive en una caverna, ejerciendo los poderes de la magia que desata la tempestad. Y está Caliban, el esclavo infrahumano, la bestia, lo impuro, lo demoníaco, con un bufón y un borracho a su lado. Sobre el mar están los náufragos, aquellos hombres de la civilización capaces de todo por conquistar el poder; la ambición desmedida del ser humano, su egoísmo extremo, todo aquello que cada uno tiene de Caliban dentro de su ser. Pero proveniente del naufragio también está Fernando, hijo del rey de Nápoles, enemigo de Próspero, que se enamorará de Miranda.

Toda la poética,la magia shakesperiana, está sobre el escenario de Andamio90 con un elenco talentoso, encabezado por Marcelo Bucossi, bajo la dirección de Alfredo Martín.



Y de alguna manera es la excusa perfecta para que Alfredo Martín y yo podamos compartir un largo café, hablar de su puesta, de Shakespeare, en definitiva de teatro, mientras afuera la lluvia y un viento frío que cruza la ciudad nos dice que  “La Tempestad”  es tan actual que no sólo hay que verla, hay que pensarla mucho, para plantearnos si no estamos todos viviendo en medio de un naufragio. 




¿Por qué, entre tantas obras de Shakespeare, elegiste  “La Tempestad”?


Nunca antes hice una puesta de una obra de Shakespeare y era una deuda pendiente, porque es un autor que no sólo me gusta, sino que me parece necesario; es más bien como dice Harold Bloom:  hay algo de lo humano que inventa  Shakespeare que nos concierne a todos.


Para Bloom,  Shakespeare  inventó nada menos que la personalidad humana.


“La Tempestad” me parece muy interesante, porque es la última obra que él escribe – lo posterior es en coautoría con John Fletcher – y en esta obra lo que se ve es como puede montar un drama simbólico, porque no hay un solo derramamiento de sangre.  Y se construye una situación particular, en donde lo que aparece al principio como una promesa de venganza, termina siendo el otorgamiento de un perdón. Y me parecía oportuno, en este momento que estamos viviendo en lo social y en lo político, traer ese tema desde Shakespeare.


Coincido plenamente.


¿Qué nos pasa con el otro que es diferente? Y si tenemos que devolver traición por traición, miseria por miseria, o si como dice Shakespeare, podemos disponer de otra ética para darle lugar al perdón y repartir y dar de nuevo. Este acto de perdón que aparece en Próspero, este acto de compasión por sus enemigos, es provocado por el amor que él descubre entre estos dos hijos; su propia hija Miranda y el hijo de su acérrimo enemigo. Y este es casi el motivo principal, el poder observar cómo nace el amor entre estos dos jóvenes – y no es casual que sean jóvenes, por el potencial humano que encierra ese acto – que a él lo hace vacilar en su deseo de venganza acumulado durante años. Y por otro lado, Ariel, ese espíritu mágico, de aire y de fuego, que lo interroga: - ¿cuál es la medida de su resentimiento?-  Y le dice que si él fuera humano, se compadecería.  Y pienso, que poco lugar le damos en la sociedad actual al compadecerse, el mirar al otro y  ponernos en su lugar.  Si bien Shakespeare siempre es contemporáneo y cada época tendrá que inventar como pone en escena su Shakespeare, me parecía que esta obra trae a cuento todo eso, resulta muy oportuno y contemporáneo, poder plantearlo ahora, en nuestro país, en nuestra coyuntura.


Hay un personaje, que es Caliban, que me resulta más interesante si pienso que “La Tempestad”  fue escrita en el 1600 y pico, una época donde está en auge la conquista de nuevos territorios y está en boga la idea de que hay en lejanas islas nativos subhumanos, caníbales, bestias, etc. Y está la reivindicación del perdón que vos mencionabas, pero no para Caliban que sigue siendo el maldito, para él no es el mundo.


Es muy interesante lo que estás planteado porque hay varias interpretaciones y es otra de las cosas que a mí me llevó a elegir “La Tempestad”  y es justamente porque es una obra abierta, hay muchas interpretaciones posibles y hay tramas que se van anudando; ésta que vos acabas de mencionar es otra trama, tan importante como la primera, ¿qué pasa con estos individuos como Caliban, que tienen una categoría de subhumano? Si habría, o no,  alguna posibilidad de tener otra jerarquía que no fuera la esclavitud.  En la obra se ve que para ellos no hay ninguna posibilidad. Es lo salvaje, lo que debe ser dominado y educado,  y en ese punto infructuosamente, porque fijate que Caliban le dice a Miranda, la hija de Próspero, a quién intenta violar: -Vos me enseñaste el lenguaje y ahora, con esas mismas palabras, yo te puedo maldecir-.


Cierto, dice en el texto: "Calibán es un diablo por nacimiento, sobre cuya naturaleza nada puede obrar la educación”


Entonces ahí ya hay algo que está planteado y que no queda resuelto; por eso nosotros en el final de la puesta, no termina con el esperable último monólogo de Próspero, sino que ocurre otra cosa, que vos viste en la función para la prensa,  pero que no puedo contar, y que justamente deja abierto ese tema que vos planteabas.


Hace tiempo me viene preocupando, que en muchas de las obras que veo, el tema de la sonorización de la escena no es tomado con la debida atención.   Pero en tu puesta está perfectamente resuelto. ¿Cómo lo fueron resolviendo? ¿El diseño del sonido se fue dando con los ensayos, o lo encararon después cuando ya todo lo demás estaba hecho?


Cuando empezamos con la idea de poner en escena “La Tempestad” vimos que uno de los elementos mágicos de la isla, tenía que ver con las imágenes acústicas, que era el elemento que más connotaba la magia; hay en el texto preguntas que se hacen los náufragos: - ¿qué es esa música? ¿Qué son esos extraños sonidos? -  Entonces pensamos que todo lo mágico debía partir de imágenes acústicas. Ahí fue donde lo convocamos a Gustavo Twardi y es él quién ha diseñado con un set de instrumentos no convencionales, construidos con caños de PVC, por cerámicas, mayólicas, que están dispuestas como si fuese una especie de teclado y sonidos producidos soplando caños con gomas y globos y otros elementos que constituyen ese set, construido desde la idea de que sea algo sonoro y no convencional que produjera sonidos para que uno se preguntara ¿Qué son esos extraños sonidos? Y se hicieron muchas pruebas desde el primer día de ensayo, te diría que fuimos pasando la primera etapa donde dejamos de lado sonidos más tradicionales, identificables, y cambiarlos por sonidos más raros, más extraños, pero que nos pudieran dar una musicalización acorde y además agradable al oído. Ahí está Margarita Rodríguez Planes, la percusionista,  que está todo el tiempo en escena y casi no se la ve, produciendo esos sonidos exóticos, inquietantes y a partir de esos sonidos se produjeron las imágenes que van entre los tres paneles de atrás. Y trabajamos hasta conseguir un ensamble  de los climas provocados por lo sonoro con imágenes que no toman un primer plano, pero que envuelven la escena y llegar al público a envolverlo también. Por eso es tan importante el trabajo de ensamble entre sonido, imagen, palabra y cuerpo del actor, logrando que el espectador sienta que está ahí.


Y en esto de poner el cuerpo del actor, hay también un ensamble de técnicas de comedia del arte, de clown, de pantomima, pero sin ser exactamente eso.


Sí, exactamente. Se entremezclan y se van cruzando, porque como decís vos; esto tiene algo de clown, de pantomima, pero no es ni lo uno ni lo otro, pero si son todas técnicas que contribuyeron a lograr eso y ese es otro atractivo de la obra al decidir hacerla, porque implica también otra complejidad para trabajarla, porque las escenas de drama y las escenas de comedia se van sucediendo, una y otra, una y otra, hasta que llegan a un punto de encuentro que es la escena final con todos. Entonces era muy atractivo este contrapunto, lo mismo que sucede a nivel de la nobleza para usurpar el trono, sucede en el nivel de los cómicos que representan a ese extracto vulgar de la sociedad. Entonces en los dos géneros se plantea lo mismo: “Acá voy a hacer mi reino de la manera que sea” Es muy sugestivo como Shakespeare nos plantea que el hombre, más allá del lugar que ocupe, la ambición desmedida puede llevarlo al mismo fin. Pero fijate que notable; los únicos que son expuestos son los pobres, se blanquea su condición de traidores y de impostores; los otros no son expuestos, quedan a un costado.


Vos sos médico psiquiatra, conoces muy bien el comportamiento humano y te pregunto: ¿cómo es armar grupos estables con artistas de experiencias disímiles? Porque vos me nombraste a Gustavo Twardi, excelente músico, que ya te acompañó en varias obras y lo mismo muchos de los actores y actrices de “la Tempestad” ya han trabajado con vos y de edades y experiencias muy diferentes. ¿Cómo es esto de formar elencos estables, cuando otros grupos no se aguantan dos funciones?


Sí, es cierto que laburé con casi todos en obras anteriores, y se armó un muy buen grupo. El hecho de que se arme un muy buen grupo a nivel humano, tampoco es garantía de que vaya a funcionar bien a nivel artístico y viceversa; en este caso se que pueden funcionar, porque lo demostraron en un montón de cuestiones propias del teatro independiente, que si no es así no se pueden hacer y es porque están comprometidos. Y esto de “estar comprometidos” resulta fundamental cuando uno forma un grupo. No hay una producción ni un lugar de contención dado por una institución, o por un sueldo, o por un reconocimiento de algún otro orden; el compromiso viene de las ganas de hacer este viaje, las ganas de juntarse y poner el cuerpo doblemente, no sólo en la escena, sino detrás o debajo de la escena y esto es algo que se tiene que dar, uno no lo puede forzar, cuando los procesos son largos, como en este caso que estuvimos 10 meses ensayando, el compromiso se prueba viendo como cada uno puede colaborar y la gestión del teatro independiente te exige eso, tener un grupo en el que puedas confiar, plantearte una ruta y poder seguir adelante. A veces eso se va decantando, por suerte la elección fue buena y lo demuestra un poco los resultados. A veces, cuando a un actor lo llaman del teatro comercial, no lo llaman para probar cosas distintas, lo llaman por lo que ya hizo; ningún productor o director del teatro comercial que tiene que poner una obra en dos o tres meses va a llamar a un actor para que haga algo muy diferente de lo que ya le vio hacer, porque no sabe si lo puede hacer y no tiene tiempo de probar. En ese sentido, una de las características del teatro independiente es que vos tenés un tiempo que te das, que no es el mismo proceso de ensayo que se daría en un teatro oficial o comercial. Entonces vos tenés más tiempo para pensar, probar y decantar y probar otra cosa. Eso es a favor, te permite trabajar con un actor que ya haya hecho algo desde un lugar, desde una estética y probar otra y cuando estás trabajando con un actor comprometido, te permite convenir con él trabajar algo en un lenguaje totalmente distinto. Y aquí lo era, porque decir textos de Shakespeare no es lo mismo que decir textos de un teatro naturalista que si bien tiene su complejidad, no queda la palabra tan connotada en un primer plano como en el caso de Shakespeare.


Ahí hay otro tema, y es que a veces las puestas quedan dependientes  mucho de las traducciones, que te imponen un vocabulario que no es de Shakespeare ni es propio.


Exactamente. Hay una influencia española, castellana que es muy fuerte en algunas traducciones. En esta versión que hicimos trabajamos mucho eso y viendo cómo poner una obra que dura casi tres horas en una hora y media sin mutilar nada. Pero además, respecto al lenguaje, en el elenco hay muchos artistas jóvenes y los jóvenes hablan distinto que nosotros, tienen otro tono, otras palabras, creo que es una influencia de los cambios que estamos atravesando a todo nivel, cambios tecnológicos, cambios en relación al lenguaje con el uso de menos palabras.  Y cuando hablo de cambios tecnológicos, me refiero que al estar tan vinculada la imagen a lo comunicacional el uso del lenguaje, con una dicción correcta, usando las consonantes que hay que usar, buscando las palabras más adecuadas para nominar, es todo un proceso que los jóvenes no se lo toman a cargo porque lo pueden resolver mucho más fácil con una imagen. Entonces el trabajar con actores jóvenes requiere de todo un proceso de familiarización con ese texto, para que pueda escucharse desde un lugar de verdad y no como si fuera un dictado y recién después meter el cuerpo.

Me despido de Alfredo y afuera la otra tempestad, la nuestra,  aún perdura, el frío y la lluvia son reales, nos duelen,  y pienso que todos deberíamos familiarizarnos con el texto de Shakespeare, para que podamos escucharnos desde un lugar de verdad y no como si fuera un dictado y recién después meter el cuerpo.

Le sugiero que no deje pasar la oportunidad de ver "la Tempestad", la cita es en viernes a las 19.45 en Andamio90.


Ficha técnica artística

Autoría: William Shakespeare
Versión: Alfredo Martín
Intérpretes:
Julian Belleggia, Marcelo Bucossi, Ariel Delgado, Nicolás Fabbro, Mariano Falcón, Daniel Goglino, Brenda Margaretic, Pablo Mariuzzi, Gabriel Nicola, Nicolás Olmos, Margaret Planes, Gustavo Reverdito, Marcelo Rodriguez, Bianca Vilouta Rando, Ivan Vitale
Músicos: Margarita Rodríguez Planes
Vestuario: Aníbal Duarte
Objetos: Ana Revello, Gustavo Reverdito
Maquillaje: Ariel Nesterczuk
Diseño de luces y de escenografía: Héctor Calmet
Realización escenográfica: Fernando Díaz, Analía Schiavino, Darío Tarasewicz
Música original: Gustavo Twardy
Fotografía: Gabriel Oscar perez
Diseño de imagen: Ignacio Verguilla
Entrenamiento corporal: Armando Schettini
Asistencia de dirección: Cecilia Nicolich, Analia Sirica
Prensa: Silvina Pizarro
Puesta en escena y Dirección: Alfredo Martín

ANDAMIO ´90
Paraná 660 (CABA)
Teléfonos: 4373-5670
Entrada: $ 180,00 / $ 120,00 - Viernes - 19:45 hs –
Hasta el 30/11/2016




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