“La Tempestad”
de W. Shakespeare
Dirección Alfredo
Martín
Por
Roberto Famá Hernández
Miembro
de la Asoc. Arg. de Invest. y Crítica Teatral
“La Tempestad” tragicomedia romántica de Shakespeare, es una de las obras del teatro clásico que más
disfruto al verla. Quizás sea porque construye
su trama sobre un balanceado juego de opuestos: venganza-perdón, magia-razón,
civilización-naturaleza, amor-odio, y esto obliga a los actores y directores
que se animan al desafío a un cambio rítmico de la escena, a pasar de la
comedia a la tragedia, en un ir y volver por diferentes emociones.
Quizás sea
también porque la acción no sucede en ningún lugar muy específico, es en cualquier
isla inhóspita en medio de algún mar y deja así que la imaginación vuele hacia donde
quiera el espectador.
Una isla, entonces, muy lejos de la llamada civilización,
pero no tanto como para que no la alcancen los afanes humanos. Y en esa isla virginal, está la pureza de la
joven y bella Miranda y será su amor el fin de la tempestad. Y está Ariel, un
personaje etéreo al servicio de Próspero, que es padre de Miranda y duque de
Milan, pero que vive en una caverna, ejerciendo los poderes de la magia que
desata la tempestad. Y está Caliban, el esclavo infrahumano, la bestia, lo
impuro, lo demoníaco, con un bufón y un borracho a su lado. Sobre el mar están
los náufragos, aquellos hombres de la civilización capaces de todo por
conquistar el poder; la ambición desmedida del ser humano, su egoísmo extremo, todo
aquello que cada uno tiene de Caliban dentro de su ser. Pero proveniente del
naufragio también está Fernando, hijo del rey de Nápoles, enemigo de Próspero,
que se enamorará de Miranda.
Toda la poética,la magia shakesperiana, está sobre
el escenario de Andamio90 con un elenco talentoso, encabezado por Marcelo
Bucossi, bajo la dirección de Alfredo Martín.
Y de alguna manera es la excusa perfecta para que
Alfredo Martín y yo podamos compartir un largo café, hablar de su puesta, de Shakespeare,
en definitiva de teatro, mientras afuera la lluvia y un viento frío que cruza
la ciudad nos dice que “La Tempestad” es tan actual que no sólo hay que verla, hay
que pensarla mucho, para plantearnos si no estamos todos viviendo en medio de
un naufragio.
¿Por qué, entre tantas obras de Shakespeare,
elegiste “La Tempestad”?
Nunca
antes hice una puesta de una obra de Shakespeare y era una deuda pendiente,
porque es un autor que no sólo me gusta, sino que me parece necesario; es más
bien como dice Harold Bloom: hay algo de
lo humano que inventa Shakespeare que
nos concierne a todos.
Para Bloom, Shakespeare inventó nada menos que la personalidad humana.
“La
Tempestad” me parece muy interesante, porque es la última obra que él escribe –
lo posterior es en coautoría con John Fletcher – y en esta obra lo que se ve es
como puede montar un drama simbólico, porque no hay un solo derramamiento de
sangre. Y se construye una situación
particular, en donde lo que aparece al principio como una promesa de venganza,
termina siendo el otorgamiento de un perdón. Y me parecía oportuno, en este
momento que estamos viviendo en lo social y en lo político, traer ese tema
desde Shakespeare.
Coincido plenamente.
¿Qué
nos pasa con el otro que es diferente? Y si tenemos que devolver traición por
traición, miseria por miseria, o si como dice Shakespeare, podemos disponer de
otra ética para darle lugar al perdón y repartir y dar de nuevo. Este acto de
perdón que aparece en Próspero, este acto de compasión por sus enemigos, es
provocado por el amor que él descubre entre estos dos hijos; su propia hija
Miranda y el hijo de su acérrimo enemigo. Y este es casi el motivo principal,
el poder observar cómo nace el amor entre estos dos jóvenes – y no es casual
que sean jóvenes, por el potencial humano que encierra ese acto – que a él lo
hace vacilar en su deseo de venganza acumulado durante años. Y por otro lado,
Ariel, ese espíritu mágico, de aire y de fuego, que lo interroga: - ¿cuál es la
medida de su resentimiento?- Y le dice
que si él fuera humano, se compadecería.
Y pienso, que poco lugar le damos en la sociedad actual al compadecerse,
el mirar al otro y ponernos en su lugar. Si bien Shakespeare siempre es contemporáneo
y cada época tendrá que inventar como pone en escena su Shakespeare, me parecía
que esta obra trae a cuento todo eso, resulta muy oportuno y contemporáneo,
poder plantearlo ahora, en nuestro país, en nuestra coyuntura.
Hay un personaje, que es Caliban, que me resulta más
interesante si pienso que “La Tempestad”
fue escrita en el 1600 y pico, una época donde está en auge la conquista
de nuevos territorios y está en boga la idea de que hay en lejanas islas nativos
subhumanos, caníbales, bestias, etc. Y está la reivindicación del perdón que
vos mencionabas, pero no para Caliban que sigue siendo el maldito, para él no
es el mundo.
Es
muy interesante lo que estás planteado porque hay varias interpretaciones y es
otra de las cosas que a mí me llevó a elegir “La Tempestad” y es justamente porque es una obra abierta,
hay muchas interpretaciones posibles y hay tramas que se van anudando; ésta que
vos acabas de mencionar es otra trama, tan importante como la primera, ¿qué
pasa con estos individuos como Caliban, que tienen una categoría de subhumano? Si
habría, o no, alguna posibilidad de
tener otra jerarquía que no fuera la esclavitud. En la obra se ve que para ellos no hay ninguna
posibilidad. Es lo salvaje, lo que debe ser dominado y educado, y en ese punto infructuosamente, porque fijate
que Caliban le dice a Miranda, la hija de Próspero, a quién intenta violar: -Vos
me enseñaste el lenguaje y ahora, con esas mismas palabras, yo te puedo
maldecir-.
Cierto, dice en el texto: "Calibán es un diablo por nacimiento,
sobre cuya naturaleza nada puede obrar la educación”
Entonces
ahí ya hay algo que está planteado y que no queda resuelto; por eso nosotros en
el final de la puesta, no termina con el esperable último monólogo de Próspero,
sino que ocurre otra cosa, que vos viste en la función para la prensa, pero que no puedo contar, y que justamente
deja abierto ese tema que vos planteabas.
Hace tiempo me viene preocupando, que en muchas de
las obras que veo, el tema de la sonorización de la escena no es tomado con la
debida atención. Pero en tu puesta está
perfectamente resuelto. ¿Cómo lo fueron resolviendo? ¿El diseño del sonido se
fue dando con los ensayos, o lo encararon después cuando ya todo lo demás
estaba hecho?
Cuando
empezamos con la idea de poner en escena “La Tempestad” vimos que uno de los
elementos mágicos de la isla, tenía que ver con las imágenes acústicas, que era
el elemento que más connotaba la magia; hay en el texto preguntas que se hacen
los náufragos: - ¿qué es esa música? ¿Qué son esos extraños sonidos? - Entonces pensamos que todo lo mágico debía
partir de imágenes acústicas. Ahí fue donde lo convocamos a Gustavo Twardi y es
él quién ha diseñado con un set de instrumentos no convencionales, construidos con
caños de PVC, por cerámicas, mayólicas, que están dispuestas como si fuese una
especie de teclado y sonidos producidos soplando caños con gomas y globos y
otros elementos que constituyen ese set, construido desde la idea de que sea
algo sonoro y no convencional que produjera sonidos para que uno se preguntara ¿Qué
son esos extraños sonidos? Y se hicieron muchas pruebas desde el primer día de
ensayo, te diría que fuimos pasando la primera etapa donde dejamos de lado sonidos
más tradicionales, identificables, y cambiarlos por sonidos más raros, más
extraños, pero que nos pudieran dar una musicalización acorde y además
agradable al oído. Ahí está Margarita Rodríguez Planes, la percusionista, que está todo el tiempo en escena y casi no se
la ve, produciendo esos sonidos exóticos, inquietantes y a partir de esos
sonidos se produjeron las imágenes que van entre los tres paneles de atrás. Y
trabajamos hasta conseguir un ensamble de
los climas provocados por lo sonoro con imágenes que no toman un primer plano,
pero que envuelven la escena y llegar al público a envolverlo también. Por eso
es tan importante el trabajo de ensamble entre sonido, imagen, palabra y cuerpo
del actor, logrando que el espectador sienta que está ahí.
Y en esto de poner el cuerpo del actor, hay también
un ensamble de técnicas de comedia del arte, de clown, de pantomima, pero sin
ser exactamente eso.
Sí,
exactamente. Se entremezclan y se van cruzando, porque como decís vos; esto
tiene algo de clown, de pantomima, pero no es ni lo uno ni lo otro, pero si son
todas técnicas que contribuyeron a lograr eso y ese es otro atractivo de la
obra al decidir hacerla, porque implica también otra complejidad para trabajarla,
porque las escenas de drama y las escenas de comedia se van sucediendo, una y
otra, una y otra, hasta que llegan a un punto de encuentro que es la escena
final con todos. Entonces era muy atractivo este contrapunto, lo mismo que
sucede a nivel de la nobleza para usurpar el trono, sucede en el nivel de los
cómicos que representan a ese extracto vulgar de la sociedad. Entonces en los
dos géneros se plantea lo mismo: “Acá voy a hacer mi reino de la manera que sea”
Es muy sugestivo como Shakespeare nos plantea que el hombre, más allá del lugar
que ocupe, la ambición desmedida puede llevarlo al mismo fin. Pero fijate que notable;
los únicos que son expuestos son los pobres, se blanquea su condición de
traidores y de impostores; los otros no son expuestos, quedan a un costado.
Vos sos médico psiquiatra, conoces muy bien el
comportamiento humano y te pregunto: ¿cómo es armar grupos estables con
artistas de experiencias disímiles? Porque vos me nombraste a Gustavo Twardi,
excelente músico, que ya te acompañó en varias obras y lo mismo muchos de los
actores y actrices de “la Tempestad” ya han trabajado con vos y de edades y
experiencias muy diferentes. ¿Cómo es esto de formar elencos estables, cuando
otros grupos no se aguantan dos funciones?
Sí,
es cierto que laburé con casi todos en obras anteriores, y se armó un muy buen
grupo. El hecho de que se arme un muy buen grupo a nivel humano, tampoco es
garantía de que vaya a funcionar bien a nivel artístico y viceversa; en este
caso se que pueden funcionar, porque lo demostraron en un montón de cuestiones
propias del teatro independiente, que si no es así no se pueden hacer y es
porque están comprometidos. Y esto de “estar comprometidos” resulta fundamental
cuando uno forma un grupo. No hay una producción ni un lugar de contención dado
por una institución, o por un sueldo, o por un reconocimiento de algún otro
orden; el compromiso viene de las ganas de hacer este viaje, las ganas de
juntarse y poner el cuerpo doblemente, no sólo en la escena, sino detrás o debajo
de la escena y esto es algo que se tiene que dar, uno no lo puede forzar,
cuando los procesos son largos, como en este caso que estuvimos 10 meses
ensayando, el compromiso se prueba viendo como cada uno puede colaborar y la
gestión del teatro independiente te exige eso, tener un grupo en el que puedas
confiar, plantearte una ruta y poder seguir adelante. A veces eso se va
decantando, por suerte la elección fue buena y lo demuestra un poco los resultados.
A veces, cuando a un actor lo llaman del teatro comercial, no lo llaman para
probar cosas distintas, lo llaman por lo que ya hizo; ningún productor o
director del teatro comercial que tiene que poner una obra en dos o tres meses
va a llamar a un actor para que haga algo muy diferente de lo que ya le vio
hacer, porque no sabe si lo puede hacer y no tiene tiempo de probar. En ese
sentido, una de las características del teatro independiente es que vos tenés
un tiempo que te das, que no es el mismo proceso de ensayo que se daría en un
teatro oficial o comercial. Entonces vos tenés más tiempo para pensar, probar y
decantar y probar otra cosa. Eso es a favor, te permite trabajar con un actor
que ya haya hecho algo desde un lugar, desde una estética y probar otra y
cuando estás trabajando con un actor comprometido, te permite convenir con él
trabajar algo en un lenguaje totalmente distinto. Y aquí lo era, porque decir
textos de Shakespeare no es lo mismo que decir textos de un teatro naturalista
que si bien tiene su complejidad, no queda la palabra tan connotada en un
primer plano como en el caso de Shakespeare.
Ahí hay otro tema, y es que a veces las puestas
quedan dependientes mucho de las
traducciones, que te imponen un vocabulario que no es de Shakespeare ni es
propio.
Exactamente.
Hay una influencia española, castellana que es muy fuerte en algunas
traducciones. En esta versión que hicimos trabajamos mucho eso y viendo cómo
poner una obra que dura casi tres horas en una hora y media sin mutilar nada. Pero
además, respecto al lenguaje, en el elenco hay muchos artistas jóvenes y los jóvenes
hablan distinto que nosotros, tienen otro tono, otras palabras, creo que es una
influencia de los cambios que estamos atravesando a todo nivel, cambios
tecnológicos, cambios en relación al lenguaje con el uso de menos palabras. Y cuando hablo de cambios tecnológicos, me
refiero que al estar tan vinculada la imagen a lo comunicacional el uso del
lenguaje, con una dicción correcta, usando las consonantes que hay que usar,
buscando las palabras más adecuadas para nominar, es todo un proceso que los jóvenes
no se lo toman a cargo porque lo pueden resolver mucho más fácil con una imagen.
Entonces el trabajar con actores jóvenes requiere de todo un proceso de
familiarización con ese texto, para que pueda escucharse desde un lugar de
verdad y no como si fuera un dictado y recién después meter el cuerpo.
Me despido de Alfredo y afuera la otra tempestad, la
nuestra, aún perdura, el frío y la
lluvia son reales, nos duelen, y pienso
que todos deberíamos familiarizarnos con el texto de Shakespeare, para que
podamos escucharnos desde un lugar de verdad y no como si fuera un dictado y recién después meter el cuerpo.
Le sugiero que no deje pasar la oportunidad de ver "la Tempestad", la cita
es en viernes a las 19.45 en Andamio90.
Ficha técnica artística
Autoría: William Shakespeare
Versión: Alfredo Martín
Intérpretes:
Julian
Belleggia, Marcelo Bucossi, Ariel Delgado, Nicolás Fabbro, Mariano Falcón,
Daniel Goglino, Brenda Margaretic, Pablo Mariuzzi, Gabriel Nicola, Nicolás
Olmos, Margaret Planes, Gustavo Reverdito, Marcelo Rodriguez, Bianca Vilouta
Rando, Ivan Vitale
Músicos: Margarita Rodríguez Planes
Vestuario: Aníbal Duarte
Objetos: Ana Revello, Gustavo Reverdito
Maquillaje: Ariel Nesterczuk
Diseño de luces y de escenografía: Héctor Calmet
Realización escenográfica: Fernando Díaz, Analía
Schiavino, Darío Tarasewicz
Música original: Gustavo Twardy
Fotografía: Gabriel Oscar perez
Diseño de imagen: Ignacio Verguilla
Entrenamiento corporal: Armando Schettini
Asistencia de dirección: Cecilia Nicolich, Analia
Sirica
Prensa: Silvina Pizarro
Puesta en escena y Dirección: Alfredo Martín
ANDAMIO
´90
Paraná
660 (CABA)
Teléfonos:
4373-5670
Entrada:
$ 180,00 / $ 120,00 - Viernes - 19:45 hs –
Hasta
el 30/11/2016
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