Adiós a Ioshua,
“Para vos wachín, ya no va a doler”
Por Jimena Tulian
A Ioshua lo conocí
hace 2 años, en Temperley. Lo vi recitando su poesía en vivo, esa
característica performance, gritando, escupiendo, movilizando, con una remera
puesta que tenia escrito bien corta la bocha como era el: TENGO SIDA.
Ese mismo día
me acerque a decirle lo bueno que estuvo y empecé a leer sus fanzines. Su prosa
es esta que te desploma y perfora:
Hoy conocí un pibe
lindo Que parece bueno y sonríe como el sol. Hoy conocí un pibe lindo con ojos
de lago y cuerpo de flecha. Hoy conocí un pibe lindo que me abraza suave y me
hace sentir seguro y firme sobre este barrio que se derrumba. Hoy bese a un
pibe lindo que parece bueno para mí. Hoy la policía mato a un pibe lindo que
conocí. Un pibe que parecía bueno y sonreía como el sol. Hoy la policía mato a
un pibe lindo con ojos de lago y cuerpo de flecha. Hoy la policía mato a un
pibe lindo que me abrazaba y me hacía sentir seguro y firme sobre este infierno
que se derrumba. Hoy la policía mato a un pibe lindo que parecía bueno para mí.
Ioshua escribía
para los pibes de barrio, desde el orgullo de clase. Ioshua te escupía en la
cara lo que es ser pobre, puto, villero. Lo que es nacer entre la cumbia, el
dolor, el desconsuelo. Con sinceridad y
temperamento firme, no se guardaba nada, desde su poesía bella y ensangrentada,
de golpes duros, de vida acelerada. Ioshua escribía para y por el que no tiene
voz en esta enorme ciudad, para y por el invisible que en la esquina lo matan
por ser pobre y negro. Por haber nacido entre el barro y la miseria y no en
otro lado.
Lejos de la brillantina y las plumas del
colectivo artístico “gay”, Ioshua no pertenecía a ese engranaje. Vivía en
Mariano Acosta, partido de Merlo, barrio de calle de tierra y gente arriba de
carros a caballo, desde ahí salía su arte, su amor, su dolor, su alegría.
La segunda
vez que lo vi fue en el subsuelo de Puan, también recitando, en una especie de
trance constante, con los ojos tapados, pintado, y a los gritos pelados,
represento la muerte de un pibe en manos de la policía. De eso se trato su
ultimo trabajo YO NO HICE NADA, obra grafica donde se exponen dibujos y poesías
antirrepresivas. Porque Ioshua le dio cuerpo, letra y voz a todos esos pibitos
que aman, que sufren, que lloran, que besan, que se enamoran, que afanan, que
sienten, que bailan, que tocan, que ríen, que abrazan, a los pibitos que la
sociedad no se banca, al de gorrita y llantas, al que es preferible silenciar a
los tiros que enfrentarse a su verdad. Esos pibitos que aman a otros pibitos,
como el.
Quisiera
haberle dado una mano, un abrazo, una caricia, una manta calentita a este pibe
de barrio que me transmitió la belleza de su expresión venida desde las tripas.
El cuerpo de Ioshua ya no está, murió físicamente el miércoles pasado por su
enfermedad. Su presencia me persigue desde estos días, quizás me agobie el no
haber prestado atención a alguien que estaba necesitando nada más que un
abrazo. Como esas cosas que una no espera ni ve, el tiempo corrió más que
rápido y fugazmente el pibito de barrio murió. Como mueren en sus poesías los
pibitos que el amo. Hoy Ioshua ya no está, queda su obra resonando en cada rincón
donde un pibe este siendo torturado y humillado. Lo recuerdo y lo recordare
para siempre, como un pibito sarpado, un puto sincero, un poeta guachin y un
artista del Conurbano.
Jimena
Tulian
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