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5/7/15

Homenaje a Ioshua, el poeta del conurbano profundo

Adiós a Ioshua,
“Para vos wachín, ya no va a doler”



Por Jimena Tulian

A Ioshua lo conocí hace 2 años, en Temperley. Lo vi recitando su poesía en vivo, esa característica performance, gritando, escupiendo, movilizando, con una remera puesta que tenia escrito bien corta la bocha como era el: TENGO SIDA.
Ese mismo día me acerque a decirle lo bueno que estuvo y empecé a leer sus fanzines. Su prosa es esta que te desploma y perfora:

Hoy conocí un pibe lindo Que parece bueno y sonríe como el sol. Hoy conocí un pibe lindo con ojos de lago y cuerpo de flecha. Hoy conocí un pibe lindo que me abraza suave y me hace sentir seguro y firme sobre este barrio que se derrumba. Hoy bese a un pibe lindo que parece bueno para mí. Hoy la policía mato a un pibe lindo que conocí. Un pibe que parecía bueno y sonreía como el sol. Hoy la policía mato a un pibe lindo con ojos de lago y cuerpo de flecha. Hoy la policía mato a un pibe lindo que me abrazaba y me hacía sentir seguro y firme sobre este infierno que se derrumba. Hoy la policía mato a un pibe lindo que parecía bueno para mí.

Ioshua escribía para los pibes de barrio, desde el orgullo de clase. Ioshua te escupía en la cara lo que es ser pobre, puto, villero. Lo que es nacer entre la cumbia, el dolor, el desconsuelo.  Con sinceridad y temperamento firme, no se guardaba nada, desde su poesía bella y ensangrentada, de golpes duros, de vida acelerada. Ioshua escribía para y por el que no tiene voz en esta enorme ciudad, para y por el invisible que en la esquina lo matan por ser pobre y negro. Por haber nacido entre el barro y la miseria y no en otro lado.
 Lejos de la brillantina y las plumas del colectivo artístico “gay”, Ioshua no pertenecía a ese engranaje. Vivía en Mariano Acosta, partido de Merlo, barrio de calle de tierra y gente arriba de carros a caballo, desde ahí salía su arte, su amor, su dolor, su alegría.

La segunda vez que lo vi fue en el subsuelo de Puan, también recitando, en una especie de trance constante, con los ojos tapados, pintado, y a los gritos pelados, represento la muerte de un pibe en manos de la policía. De eso se trato su ultimo trabajo YO NO HICE NADA, obra grafica donde se exponen dibujos y poesías antirrepresivas. Porque Ioshua le dio cuerpo, letra y voz a todos esos pibitos que aman, que sufren, que lloran, que besan, que se enamoran, que afanan, que sienten, que bailan, que tocan, que ríen, que abrazan, a los pibitos que la sociedad no se banca, al de gorrita y llantas, al que es preferible silenciar a los tiros que enfrentarse a su verdad. Esos pibitos que aman a otros pibitos, como el.

Quisiera haberle dado una mano, un abrazo, una caricia, una manta calentita a este pibe de barrio que me transmitió la belleza de su expresión venida desde las tripas. El cuerpo de Ioshua ya no está, murió físicamente el miércoles pasado por su enfermedad. Su presencia me persigue desde estos días, quizás me agobie el no haber prestado atención a alguien que estaba necesitando nada más que un abrazo. Como esas cosas que una no espera ni ve, el tiempo corrió más que rápido y fugazmente el pibito de barrio murió. Como mueren en sus poesías los pibitos que el amo. Hoy Ioshua ya no está, queda su obra resonando en cada rincón donde un pibe este siendo torturado y humillado. Lo recuerdo y lo recordare para siempre, como un pibito sarpado, un puto sincero, un poeta guachin y un artista del Conurbano.


Jimena Tulian

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