“El viaje de una Lady”
"El Viaje a Bahía Blanca"
con Susana Di Gerónimo
Por Roberto Famá
Hernández
Miembro de la Asoc.
Arg. de Invest. y Crítica Teatral
Si usted ama el teatro independiente, seguramente más
de una vez se fabricó una excusa para tomarse un café en el Tadrón Teatro Café,
uno de los refugios más acogedores que encuentra la gente de teatro para compartir
con amigos o simplemente para leer un texto. Pero si es domingo, no necesita excusa alguna;
vaya para ver en escena a quien es una de las grandes damas de nuestro teatro independiente, la señora Susana Di Gerónimo.
Ella está presentando, con dirección y puesta en
escena de Herminia Jensezian –cofundadora del Tadrón - "...el viaje de una Lady" y
"El Viaje a Bahia Blanca" dos monólogos, seguido uno del otro,
el primero en una versión libre de Di Gerónimo y Jensezian, de Macbeth, Shakespeare y el segundo le pertenece
a la dramaturga argentina Griselda
Gambaro.
Sobre Macbeth no me voy a extender demasiado por ser una
obra mucho más representada y reconocida, sólo recordaré que protagoniza la
línea argumental Lady Macbeth, un personaje cruel, de sangre fría, una mujer
ambiciosa y calculadora, que induce a su marido a cometer un crimen para
obtener más poder y va sufriendo una transformación hasta terminar acosada por
el sentimiento de culpa. Pero Macbeth es
mucho más que un personaje cruel, hay allí la mayor poesía trágica que se haya
escrito desde los tiempos griegos, una perfecta conjunción entre lo inevitable,
la voluntad humana y la punición.
“El viaje a Bahía Blanca” de Gambaro pertenece a los
primeros años de la década del 70 – escrita en el 74, se estrena en el 75 – una
época notable para nuestro teatro independiente, donde se acentúa el proceso de
politización en la dramaturgia, donde las metáforas sociales colman la mayoría
de los escenarios. Está en auge el teatro del absurdo, el teatro de la crueldad
de Artaud, los monólogos y el humor ácido del Café Concert. Y en “El viaje a Bahía Blanca” se respira
mucho de ese aire, es una cruel metáfora que resultó, de alguna manera también
premonitoria de lo que sucedería con la dictadura y la complacencia civil: un
grupo de “gente normal” que no tolera al “otro diferente” y llega hasta la
tortura para que el “otro” entienda como deben ser las cosas y luego sobreviene un
vergonzante sentimiento de culpa colectivo.
Tanto en uno, como en otro monólogo, vemos el mal que alguien ejerce y que otro lo sufre
y que puede ser no sólo una víctima “necesaria” como en Macbeth, sino incluso
mansa como en “El viaje a Bahía Blanca”. Pero lo realmente rico por su contraste
dramático, es que existe siempre una conjunción exacta, entre víctima y
victimario, y en ése punto de intersección, ponen su mirada Shakespeare y
Gambaro y nos espejan, como seres humanos que somos, en ambos roles.
El trabajo de Susana Di Gerónimo es sencillamente
impecable. Si hay aún quienes creen - como
sostenían algunos críticos precisamente en los años 70 - que el monólogo es un
género menor, subordinado al diálogo, por favor, que “pasen y vean” lo que
logra Di Gerónimo en estos 50 minutos de escena. Van a comprobar que el monólogo es autosuficiente,
porque en verdad, es un diálogo travestido, oculto, que instala al espectador
en la situación de dialoguista o bien, el hecho comunicacional lo desarrolla
con objetos u otros personajes ausentes o virtuales. Claro que para lograrlo es
necesario tener algo, de lo mucho que a Di Gerónimo le sobra y que es talento.
Durante el primer monólogo – y cito sólo un ejemplo, el
más pequeñito, podría citar otros cien – toma una capa que está prendida a un
costado y la coloca sobre sus hombros; un acto simple, sencillo, casi ínfimo, pero
no para una dama de la escena como Di Gerónimo, ella lo puebla de sentido: se
acerca, mira la capa, la acaricia, la desprende, la huele, se emociona, la
coloca muy lentamente sobre sus hombros y se transforma, cambia hasta su
respiración. No necesita más para alcanzar a sentir todo el poder de Lady
Macbeth, no desperdicia ni una línea de texto, es en verdad una encantadora de
la escena, que le hará ver lo invisible.
Durante el siguiente monólogo, se nutre del humor
constante, porque la protagonista se ve insistentemente perseguida por una
mosca; he visto a un espectador levantar la cabeza, mirar hacia arriba,
siguiendo el supuesto vuelo de la mosca.
Es que el espectador no puede desentenderse, porque ella lo atrapa, lo
sujeta y lo hace vivir la verdad escénica.
Y todo esto Susana Di Gerónimo lo logra en medio de
un espacio despojado absolutamente de todo, sin escenografía alguna, apenas un
cortinado pequeño al costado y la luz mínima pero exacta, por diseño de la
directora Herminia Jensezian, conformando una dupla extraordinaria, que no
necesita otra cosa, para que brote toda la poesía de Shakespeare o de
Gambaro.
Le sugiero fervientemente que no deje de ver a Susana
Di Gerónimo, esta “fascinadora de la escena” que se presenta todos los domingos
a las 18.30 en Tadrón Teatro Café, Niceto Vega 4802 esquina Armenia (CABA)
Ficha
técnica y artística
Actúa: Susana Di
Gerónimo
Vestuario: Fernando
Crisci Munz
Peinados: Jeansen
Diseño de luces: Herminia
Jensezian
Producción ejecutiva,
Fotografía y Prensa: Silvina Macri
Puesta en escena y Dirección
general: Herminia Jensezian
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