LA LEY DEL ACTOR Y LA DOBLE MORAL
EMPRESARIA
La Asociación Argentina de Actores
por su oficina de prensa
sale a denunciar las intenciones del
sector empresario
Por medio de su oficina de prensa, la Asociación
Argentina de Actores, ha fijado su posición respecto a la reacción del sector
empresario frente a la recientemente sancionada Ley del Actor y dice así:
Si
bien la ley del actor aún no ha entrado en vigencia, el sector empresario
involucrado en su aplicación ya ha
comenzado a desplegar toda su artillería para evitar que los actores tengan los
mismos derechos que cualquier otro trabajador que depende de su salario para
vivir y alimentar a su familia.
Bajo
la apariencia de una invitación “para
dialogar acerca del impacto de la Ley del Actor” expresada en la nota
que ha hecho pública la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (AADET)
se esconde la verdadera motivación patronal que ha movido a dicha Asociación a
convocar a diversas figuras de la actividad teatral, actores, directores,
asistentes, etc.
Aprovechando
el desconocimiento de los aspectos técnicos de la ley y la dificultad para
quienes no manejan cuestiones de técnica legal, tributaria e impositiva que les
permita incorporar contenidos legales y analizarlos debidamente, como le sucede
a la mayoría de los actores, pretenden convencerlos de que una vez que esta ley sea puesta en
marcha no se podrá seguir produciendo obras de teatro en la Argentina por cuanto
ni los empresarios, ni los propios actores, ni nadie, podrá afrontar el aumento
del costo laboral que esta ley implica.
Mienten.
Los actores no tendrán ninguna
disminución en sus ingresos por tener que pagar jubilación. Lo hemos explicado
en todos los encuentros informativos para los actores afiliados y no afliados,
celebrados en la Asociación Argentina de Actores, a los actores que se han
acercado a informarse, a sus representantes artísticos y hasta a sus contadores
y abogados de confianza. Porque aún siendo trabajadores en relación de
dependencia muchos actores han sido
obligados por sus empleadores a inscribirse como autónomos (monotributistas y
responsables inscriptos, según el caso) y a tributar como si lo fueran,
debiendo incluso contratar a contadores para que los asesoren, cuando la única
obligación que debían asumir era realizar su tarea y al momento del cobro de
sus haberes, firmar el recibo con el que por convenio colectivo se instrumenta
el pago del salario. Esta práctica empresaria ha llevado a muchos actores a
creer erróneamente que no son empleados de quienes los contratan.
Mienten.
Los únicos que sí tendrán un costo mayor serán los empresarios. Y este costo
mayor los igualará a cualquier otro empresario que contrata a otra persona para
que trabaje para él a cambio de una remuneración. Si hay patrón, hay obligación de pagar sueldo, de
registrar al trabajador y de pagar obra social y jubilación. Sin embargo, los
empresarios teatrales y los de las demás ramas de la actuación, han sido privilegiados hasta hoy porque nadie
les exigió nunca que cumplieran con estas obligaciones.
Mienten.
Y lo disfrazan de preocupación por la actividad teatral. Cuando tuvieron la
posibilidad de exponer su posición respecto de la ley, en las dos cámaras del
Congreso, comenzaron sus intervenciones diciendo que “celebraban” la sanción de
esta ley y que reconocían la injusticia de todos estos años, en que los actores
no tuvieron el derecho a gozar de una jubilación al momento de retirarse. Pero en privado, a solas con cada uno de sus
contratados, no dudan en obligarlos a firmar contratos que dicen que si la ley
del actor entra en vigencia, las partes negociarán un nuevo contrato y
acordarán una nueva remuneración, obviamente, más baja.
Mienten.
Porque con el argumento de la “atipicidad” de la actividad artística pretenden
justificar la precariedad y desprotección laboral. Con el argumento de la
“especificidad” de la actividad sostienen que el régimen jubilatorio general no
puede aplicarse a los actores, que es necesario
crear un sistema más “solidario”, que sirva para vigorizar la actividad.
Saben de sobra que hace muchos años que se están quedando con las
contribuciones patronales. Saben de sobra que la falta de registración de los
contratos ha contribuido a desfinanciar
la Obra Social solidaria que da cobertura a los actores y sus familias. Lo reconocen en público, pero presionan a los
actores para que firmen que si la ley entra en vigencia, renunciarán a sus
derechos.
La
convocatoria al teatro El Nacional distribuida
por AADET “ para debatir la ley” es otra
muestra de su doble moral: reconocieron en el Congreso, cuando tenían a
diputados y senadores observándolos, que la ley del actor es una reparación
histórica con los trabajadores de la cultura, pero por otro lado los convocan
para convencerlos que la ley no les conviene, que su puesta en marcha pone en
riesgo la actividad, que los actores se van a ver perjudicados porque con los
nuevos costos ellos no van a poder seguir produciendo. Idénticos argumentos a los
que utilizan cada año cuando discuten salarios. Sólo que esta vez, se dicen
preocupados por la actividad, solidarios, a favor de reconocer la relación de
dependencia.
Por
eso advertimos a nuestros afiliados que estén atentos a las maniobras
empresarias, que lean la ley, que pregunten, que asistan a las reuniones
informativas que realizamos periódicamente en el sindicato de actores, que
acerquen sus dudas, que no se dejen engañar: los empresarios defienden su
bolsillo, no a los actores, de quienes no son ni serán jamás, socios. Aunque
paguen su remuneración con un porcentaje de la venta de las entradas
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