La Sirena
Dramaturgia y
dirección de Luis Cano
Una
puta llega a un bar de marineros y pide un trago para su garganta seca. No
tiene dinero y trata de persuadirlos con su voz, porque el bar de marineros
tiene un pianista de baja categoría y sus melodías simplonas se confunden con
la voz de la puta, que evoca canciones de “Sara Lowland”.¡canta a cambio de
un trago! Pero el trago no llega a su garganta
y surge otro trato: contar una historia a cambio de un trago. La puta no
sabe contar ni inventar buenas historias, pero recuerda y habla, habla… habla
de una chica que ahogó a un marinero para salvarse…
Por Roberto Famá Hernández
Miembro de la Asoc. Arg. de Crítica e Invest. Teatral
Si hay algo que usted debe saber antes de asistir a una
función de “La Sirena” es que Luis Cano, autor y director de la obra, en todos
sus trabajos trata siempre de correr algún tipo de límite o convencionalismo en
lo teatral, su búsqueda creativa es intensa tanto desde la dramaturgia, como
desde la dirección y no teme equivocarse. Y en “La Sirena” propone algo así
como otro contrato con el público, un pacto si se puede llamar así, donde cada
espectador es invitado a elegir ubicarse en un sector de la platea, digamos el
sector de los hombres o “los marineros”, o en el otro sector, el de las mujeres
o “confidentes” y es que en la ficción,
la puta le habla al sector de los marineros o al sector de las mujeres que
serían casi sus confidentes y de ese intercambio surgiría una supuesta articulación
de protagonista y antagonistas.
Pero aquí aparece un inconveniente y es que el público no
está claramente advertido, como usted lo está ahora, del “pacto” que le ofrece Cano. Y si bien es cierto que desde boletería se le
indica que esta vez las plateas no son numeradas porque podrá elegir sentarse
en el sector de los “marineros” o en el sector de las mujeres confidentes de la
protagonista, parece que eso no alcanza. Y aunque se intentase aclarar algo más
desde la publicidad previa o desde el programa de mano - que el 50% de la gente no lee antes de la función y que lo recibe cuando
ya está ubicado - quizás tampoco alcance, porque ¿puede el público optar
por lo que no conoce? ¿Qué implica sentarse en uno u otro lado? ¿Qué pasará? ¿Cómo
optar? Entonces, la peor opción puede ser no optar y quienes vinieron en grupos
o parejas no se separan, se sientan donde creen que pueden ver mejor y se
desentienden en su mayoría del “pacto” que le ofrece Luis Cano.
Aquí entonces la responsabilidad absoluta de la teatralidad
de la obra cae sobre las aptitudes artísticas (que no son pocas y muy valiosas)
de la actriz Monina Bonelli. Prácticamente su personaje se queda sin interlocutores
válidos, sin antagonista definido, el conflicto no se potencia, y la propuesta decae.
Pero a Monina Bonelli le sobran recursos, su técnica y su enorme talento se
ponen a prueba.
Y a poco de comenzar Bonelli ya es esa mujer en estado de
abstinencia alcohólica, suplicante y vulnerable. Impecable. Sentada sobre un
banquillo en una pequeña plataforma giratoria, sus piernas “de sirena” están
inmóviles, solo cuenta con medio cuerpo para expresarse y sin poder, claro
está, manejar entonces el espacio. Acompañada muy bien por la música incidental,
en vivo, de la pianista profesora Ana Foutel, comienza el personaje con el
relato de historias por un trago y aquí Luis Cano insiste en subirle el nivel
de dificultades a Bonelli, porque el teatro es fundamentalmente verbo, es
acción, en teatro las cosas suceden no se relatan, y cuando aparecen los
relatos en tercera persona lo que suele ocurrir es que la atención se dispersa.
El talento de Bonelli vuelve a levantar al público cuando el relato se vuelca
en primera persona porque el personaje ahí vivencia plenamente lo que relata,
le sucede, le duele, es ahí y ahora. Aparecen entonces los mejores pasajes de
la obra; la vulnerabilidad del personaje muestra la desigualdad de género simbolizada
en el mito de la sirena dentro de una cultura machista y violenta.
Excelente escenografía y vestuario de Rodrigo González
Garillo y una acertada iluminación en verdes y azules de Julio A. López, para
una propuesta que requiere que usted, cuando vaya a ver la obra, acepte “el
pacto” ¿el lugar de los marineros o el de las mujeres confidentes? ¿De qué lado
está?
Ficha
Artístico/Técnica
Actriz: Monina Bonelli
Pianista: Ana Foutel
Escenografía y vestuario: Rodrigo González Garillo
Iluminación: Julio Alejandro López
Operación de luces: Javier Casielles
Música original: Ana Foutel
Pintura del telón: Margarita López Doufour
Sastrería: Patricio Delgado
Asesoramiento Peinado y Maquillaje: Cecilia Mendi/Beatriz
Andiloro
Realización escenográfica: Gustavo Di Sarro
Fotografía: Marcelo Zapolli
Diseño gráfico: Lucía Vanin
Prensa: Octavia. Gestión cultura y comunicación
Pre-produción: Lourdes Sole Dolphyn
Producción: Nico Capeluto
Asistencia: Lucas Sanchez
Dramaturgia y dirección: Luis Cano
Sala:
El Extranjero, Valentín Gómez 3378 CABA
Funciones:
lunes, a las 20.30 / Duración: 50 minutos
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