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11/10/15

Monina Bonelli es “La Sirena” en Teatro el Extranjero

La Sirena
Dramaturgia y dirección de Luis Cano



Una puta llega a un bar de marineros y pide un trago para su garganta seca. No tiene dinero y trata de persuadirlos con su voz, porque el bar de marineros tiene un pianista de baja categoría y sus melodías simplonas se confunden con la voz de la puta, que evoca canciones de “Sara Lowland”.¡canta a cambio de un trago! Pero el trago no llega a su garganta  y surge otro trato: contar una historia a cambio de un trago. La puta no sabe contar ni inventar buenas historias, pero recuerda y habla, habla… habla de una chica que ahogó a un marinero para salvarse…

Por Roberto Famá Hernández
Miembro de la Asoc. Arg. de Crítica e Invest. Teatral

Si hay algo que usted debe saber antes de asistir a una función de “La Sirena” es que Luis Cano, autor y director de la obra, en todos sus trabajos trata siempre de correr algún tipo de límite o convencionalismo en lo teatral, su búsqueda creativa es intensa tanto desde la dramaturgia, como desde la dirección y no teme equivocarse. Y en “La Sirena” propone algo así como otro contrato con el público, un pacto si se puede llamar así, donde cada espectador es invitado a elegir ubicarse en un sector de la platea, digamos el sector de los hombres o “los marineros”, o en el otro sector, el de las mujeres o “confidentes”  y es que en la ficción, la puta le habla al sector de los marineros o al sector de las mujeres que serían casi sus confidentes y de ese intercambio surgiría una supuesta articulación de protagonista y antagonistas.

Pero aquí aparece un inconveniente y es que el público no está claramente advertido, como usted lo está ahora,  del “pacto” que le ofrece Cano.  Y si bien es cierto que desde boletería se le indica que esta vez las plateas no son numeradas porque podrá elegir sentarse en el sector de los “marineros” o en el sector de las mujeres confidentes de la protagonista, parece que eso no alcanza. Y aunque se intentase aclarar algo más desde la publicidad previa o desde el programa de mano - que el 50% de la gente no lee antes de la función y que lo recibe cuando ya está ubicado - quizás tampoco alcance, porque ¿puede el público optar por lo que no conoce? ¿Qué implica sentarse en uno u otro lado? ¿Qué pasará? ¿Cómo optar? Entonces, la peor opción puede ser no optar y quienes vinieron en grupos o parejas no se separan, se sientan donde creen que pueden ver mejor y se desentienden en su mayoría del “pacto” que le ofrece Luis Cano.
Aquí entonces la responsabilidad absoluta de la teatralidad de la obra cae sobre las aptitudes artísticas (que no son pocas y muy valiosas) de la actriz Monina Bonelli. Prácticamente su personaje se queda sin interlocutores válidos, sin antagonista definido, el conflicto no se potencia, y la propuesta decae. Pero a Monina Bonelli le sobran recursos, su técnica y su enorme talento se ponen  a prueba.

Y a poco de comenzar Bonelli ya es esa mujer en estado de abstinencia alcohólica, suplicante y vulnerable. Impecable. Sentada sobre un banquillo en una pequeña plataforma giratoria, sus piernas “de sirena” están inmóviles, solo cuenta con medio cuerpo para expresarse y sin poder, claro está, manejar entonces el espacio.  Acompañada muy bien por la música incidental, en vivo, de la pianista profesora Ana Foutel, comienza el personaje con el relato de historias por un trago y aquí Luis Cano insiste en subirle el nivel de dificultades a Bonelli, porque el teatro es fundamentalmente verbo, es acción, en teatro las cosas suceden no se relatan, y cuando aparecen los relatos en tercera persona lo que suele ocurrir es que la atención se dispersa. El talento de Bonelli vuelve a levantar al público cuando el relato se vuelca en primera persona porque el personaje ahí vivencia plenamente lo que relata, le sucede, le duele, es ahí y ahora. Aparecen entonces los mejores pasajes de la obra; la vulnerabilidad del personaje muestra la desigualdad de género simbolizada en el mito de la sirena dentro de una cultura machista y violenta.
Excelente escenografía y vestuario de Rodrigo González Garillo y una acertada iluminación en verdes y azules de Julio A. López, para una propuesta que requiere que usted, cuando vaya a ver la obra, acepte “el pacto” ¿el lugar de los marineros o el de las mujeres confidentes? ¿De qué lado está?

Ficha Artístico/Técnica

Actriz: Monina Bonelli
Pianista: Ana Foutel
Escenografía y vestuario: Rodrigo González Garillo
Iluminación: Julio Alejandro López
Operación de luces: Javier Casielles
Música original: Ana Foutel
Pintura del telón: Margarita López Doufour
Sastrería: Patricio Delgado
Asesoramiento Peinado y Maquillaje: Cecilia Mendi/Beatriz Andiloro
Realización escenográfica: Gustavo Di Sarro
Fotografía: Marcelo Zapolli
Diseño gráfico: Lucía Vanin
Prensa: Octavia. Gestión cultura y comunicación
Pre-produción: Lourdes Sole Dolphyn
Producción: Nico Capeluto
Asistencia: Lucas Sanchez
Dramaturgia y dirección: Luis Cano

Sala: El Extranjero, Valentín Gómez 3378 CABA

Funciones: lunes, a las 20.30 / Duración: 50 minutos

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