Vittorio Podrecca y su
famoso
Teatro del Piccoli
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Teatro del Piccoli en Italia |
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Nacido en 1883, Podrecca era hijo de un famoso abogado, periodista y amante del arte. En 1905 se trasladaron a Roma, por motivos de trabajo del padre. Allí, en la Ciudad Eterna, Vittorio dejaría luego sus estudios de abogacía y se lanzaría de lleno en la creación de un teatro, que pronto alcanzó gran fama nacional y mundial. En1914 funda su "Teatro dei Piccoli" y presenta su primer espectáculo, ante la admiración del público en el Palazzo Odescalchi. Su primer gran montaje teatral tuvo lugar en la Piccola Scala de Milán, con la puesta en escena de "El retablo de Maese Pedro", de Manuel de Falla.
En sus espectáculos no faltaban los grandes personajes de la cultura de la época, reducidos a pequeña escala y movidos por hilos. Chaplin, Greta Garbo o los hermanos Marx eran los protagonistas de algunos de sus montajes teatrales, utilizando para las representaciones las voces grabadas de dichos artistas. Estructuraba sus cuadros con cuentos tradicionales, operas, zarzuelas y mitos del lugar.
El final del espectáculo siempre estaba reservado para el más famoso de sus personajes: el pianista Piccolowsky, que mientras tocaba magistralmente al piano una sonata, cerraba el telón.
Ernesto Schoo, en su columna del diario "La Nación" del 13 julio de 2002, así recuerda al diminuto pianista: "En la memoria de este cronista permanecen tan sólo dos detalles de la representación a la que asistió, hace 65 años. Uno, la delirante actuación del "más pequeño y más cómico pianista", que cerraba la función: un monstruito melenudo que, al tiempo que agitaba su exacerbada pelambre al compás de una polonesa furibunda, destripaba el minúsculo piano víctima de su temperamento apasionado. Otro -el más preciso-, la incesante rotación de una sombrilla, de la que se servía una no menos temperamental soprano, la Signora Strampoloni (entre cajas, la mujer de Podrecca, Lía, cantante de coloratura), mientras entonaba, cada vez más aceleradamente, el vals "Voces de primavera", de Strauss. La sombrilla giraba y giraba hasta convertirse en una suerte de hélice que arrastraba a la emisora de incesantes gorgoritos a la estratosfera"
El final del espectáculo siempre estaba reservado para el más famoso de sus personajes: el pianista Piccolowsky, que mientras tocaba magistralmente al piano una sonata, cerraba el telón.
Ernesto Schoo, en su columna del diario "La Nación" del 13 julio de 2002, así recuerda al diminuto pianista: "En la memoria de este cronista permanecen tan sólo dos detalles de la representación a la que asistió, hace 65 años. Uno, la delirante actuación del "más pequeño y más cómico pianista", que cerraba la función: un monstruito melenudo que, al tiempo que agitaba su exacerbada pelambre al compás de una polonesa furibunda, destripaba el minúsculo piano víctima de su temperamento apasionado. Otro -el más preciso-, la incesante rotación de una sombrilla, de la que se servía una no menos temperamental soprano, la Signora Strampoloni (entre cajas, la mujer de Podrecca, Lía, cantante de coloratura), mientras entonaba, cada vez más aceleradamente, el vals "Voces de primavera", de Strauss. La sombrilla giraba y giraba hasta convertirse en una suerte de hélice que arrastraba a la emisora de incesantes gorgoritos a la estratosfera"
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La marioneta Pianista Piccolowsky y el Tenor |
Su fama se extendió rápidamente por todo el mundo, tanto es así que recorrió más de veinte países diversos representando sus espectáculos, a los que iba añadiendo personajes típicos de las culturas por donde pasaba. Así, su colección de muñecos llegó a tener más de novecientos "artistas" de hilos en actividad. Seguramente el elenco más disciplinado del mundo. El éxito de su inmenso trabajo se debía a su capacidad para compaginar en sus espectáculos la música, la poesía, la danza y la mejor técnica de manipulación en muñecos de hilo que se haya visto.
Por suerte la marioneta Piccolowsky participó de algunas películas ( una de ellas en Buenos Aires junto a Enrique Muiño - Donde mueren las palabras) y de un cortometraje donde su arte se puede apreciar y que aquí les dejo para que lo disfruten
Por suerte la marioneta Piccolowsky participó de algunas películas ( una de ellas en Buenos Aires junto a Enrique Muiño - Donde mueren las palabras) y de un cortometraje donde su arte se puede apreciar y que aquí les dejo para que lo disfruten
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